Jamás imagine que pudiese ser, que pudiera existir,
De la locura y el juego caí en la realidad,
De la cotidianeidad a la singularidad,
De lo superficial a lo especial.
Como brotes de rosas que sobreviven al invierno,
Nadie las espera, simplemente nacen,
Como algo que no ves venir,
Solo viene y te deja colocado.
Esa química que fluye y te deja extasiado,
Esa magia que surge y te deja hechizado,
Comienzas a elevarte y de pronto andas flotando,
Comienzas a sentir y de repente estas enamorado.
Pero que ceguera es, ¡por Dios!
Bendito cupido deberías tener ojos,
No disparar esa flecha, hasta saber a quien,
Bienes tranquilo con tu misión,
Disparas te diviertes y dejas semejante lio,
Y después de tus fechorías viene lo peor.
Sentir aquel vacío que se aloja en la garganta,
Clásico nudo que antecede a una mala racha,
Que asfixia y hace llorar a mi pobre alma.
Iluso corazón donde has caído,
En espinas de rosales o negros pantanos,
Buscando el bello claro en el más oscuro plano,
Esperando agazapado y mal herido,
Tratando de volver y no ser el ángel perdido.
Como flecha que se hunde en el pecho,
Barrotes que alteran la libertad del espíritu,
Que arremeten contra el alma,
La devastan, estrujen y la hacen nada,
Quedando todo reducido al polvo.
Agujas sanguinarias son el amor prohibido,
Arrancarlo de raíz es lo más difícil,
Se adhieren hasta el fondo de mí ser,
Y llorando le suplico: “No me causes mas dolor”
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